martes, 7 de abril de 2020

Nada nos es nuevo.

En el fondo todo sigue igual.

Nada ha cambiado,  somos los mismos.  Con mas errores, y casi que con los mismos aciertos.

Tiempos difíciles para el mundo, una pandemia esta arrasando con todo lo conocido, cambiará por completo nuestra vida,  esa mismo q hace solo unas semanas nos parecía tan simple y aburrida;  pero y nosotros qué,  cúanto cambiaremos, cúanto dejaremos atrás. 

O todo seguirá siendo igual?

borra y va de nuevo.


viernes, 5 de marzo de 2010

Triste.

Triste, tan triste como nunca había estado.
Hundido, como si fuera el apoyo de todos los temores y fracasos.
Apagado, porque la luz que me hacía brillar se me apaga, se me va.

Solo.
Ella está pero sin estarlo.

Vacío, sintiendo que simplemente de mí no queda nada.
Triste, tan triste como un océano sin agua, como un cielo sin sol.
Tan triste como un reino sin su Princesa.

martes, 2 de marzo de 2010

Un marco sin foto.

¿Han visto alguna vez uno?. No hablo de los que están en las estanterías de una tienda, me refiero a uno que de tanto verlo ya ni se observa. Quítale la foto a uno que tengas cerca, déjalo así, luego, pasado un tiempo obsérvalo, estúdialo, verás los detalles, su forma y colores, ves el soporte que evita se derrumbe sobre la mesa, ves el fondo en el cual sabes con certeza debe haber algo, intentas recodar qué o quienes llenaban ese vacío, ese hueco; intentas otorgarle un valor a ese artilugio creado con el único afán de que recordemos, ni siquiera importa con que llenarlo, lo verdaderamente importante es que ese vacío deje de serlo, lo que importa en ese momento es llenar ese hueco cumpliendo así con la misión del marco.

El marco ahora tiene su foto. El vacío se lleno.
El marco soy yo. El vacío mi adentro.

Puede pasar conmigo lo que con el marco, que de igual con que llenarlo, puede que hasta me satisfaga el elemento que ha de encargarse de llenarme, es más, puede ser incluso que hasta me sienta feliz después de colocada la foto. No a todos los marcos le quedan bien todas las fotos. Como al marco, hay que darle un sentido a las formas, los colores deben verse porque así, solos, no valen nada. El soporte ha de soportar algo después de todo. Sino mejor que simplemente caiga, se rompa, se recoja y a la basura.

Quisiera sentirme por fin lleno de algo, estas tú, como una foto que nunca se hizo, ocupando un espacio que sabes que existe pero que jamás conseguirás saber cuanto mide, porque al final un espacio vale solo por su medida, quizá tu medida ni siquiera quepa en mi marco, pero es que y aunque triste, ni eso lo sabré nunca. Una foto no se imagina, se captura. Puedes imaginar el mejor de los paisajes, pero si no estas ahí para hacer la foto para el marco nada tiene sentido. Mejor empezar entonces las búsqueda de otra foto, de otro camino, la búsqueda en fin de uno mismo, para que la vida, como el marco, tenga también su misión completada. La vida como el marco debe servir para recordarnos lo que tenemos adentro; la vida como el marco ha de saberse llena para realmente justificar su existencia. Aunque claro, queda por escoger la foto correcta, pero eso ya mejor lo dejamos para otro día.

Solo una cosa mas. ¿Quién se acuerda dónde quedo la foto que quitamos antes?.

viernes, 26 de febrero de 2010

Soledad.

De quién sino. Ricardo Arjona.

La soledad es una ingrata a la que se le va agarrando el gusto
con un alto riesgo de parar completamente enamorado de ella.
La soledad es un hotel que no es de nadie.
Es una cama que no es mía.
Es despertarme a las tres de la mañana y
no saber dónde está el baño.

La soledad soy yo.

La soledad es la gota de agua
en la llave del baño que dejaste abierta
y que no quieres cerrar por no sentirte solo.

La soledad es como un suplicio ingenioso de la naturaleza
que hace que nos encontremos con nosotros mismos
para poder valorar a los demás.

La soledad es un espejo, que no miente.

La soledad son ese montón de sonidos
que no escucha nadie pero que hacen demasiado ruido.

La soledad soy yo, en compañía del pasado.
La soledad es un beso que se desperdicia en la almohada.
Es ver la sombra y la silueta de alguien que ya no está.
La soledad es una malvada insoportable y maravillosa,
que me gusta no sé bien porqué.

La soledad es entender por fin
que no hay mejor compañía que la soledad.
Es el velorio de un día que se fue.
Es dejar de estar haciendo nada, prepararte,
vestirte, abrir la puerta, salir,
para seguir haciendo lo mismo.

La soledad es la compañera, la del miedo,
la de los futuros inciertos, la del camino,
la búsqueda. La soledad....


FUENTE: http://www.youtube.com/watch?v=bekAV60zAxA

miércoles, 24 de febrero de 2010

Una luz.

Una distancia infinita se está instalando entre los dos, pase lo que pase o se haga lo que se haga no lograré nunca arrebatarme a mi de mi soledad, disfruto teniéndola como compañera, sin ella no habría podido ni sentir ni vivir tantas sensaciones ni cosas. Tengo la triste seguridad de que todo se me escurre (menos tú) . Más tarde o mas temprano todo se lo llevará el tiempo, incluso esos recuerdos que parecen buenos, pero que no por serlo dejan de ser pasado. Lo cotidiano me parece tan irrelevante, como si dentro de todo ya no hubiera nada. Todo está tan vacío. La imagen que le damos a la realidad normalmente se concibe desde nuestras necesidades y deseos, desde nuestra conciencia e imaginación, y ya que casi nunca sé que corresponde a que; lo normal sería empezar por enfrentar esa realidad desde adentro, pero cómo lo hago cuando adentro estoy vacío

A veces la vida te permite verte en un espejo interior, es cuando todo se complica, se complica por que si ya nos es difícil aceptar a otros, el hacerlo con nosotros mismos es casi imposible. Vernos, analizarnos, medirnos, evaluarnos, puede resultar -al menos en mi- una acción casi inútil, no porque no sea capaz de todo eso, si no mas bien por que no soy capaz de hacer nada después de hacerlo. No soy capaz de librar mi batalla, lleva muchos años librándose, no sé siquiera cual debe ser el bando vencedor, solo sé que acabe como acabe el de los daños colaterales no será nadie más que yo.
Creo que es una batalla sin vencedor, es un: "todos a la m...." .

Otra veces en cambio la vida te regala una luz para que tu oscuridad ya no sea tal y para que tu soledad te dé un respiro (tanta soledad puede ahogar), es una luz que simplemente llega, te ilumina, te da calor, deseas que no se apague nunca, pero sabes que terminará por irse. ¿Cuando?....No lo sabes, solo intentas llenarte de ella para que cuando falte tengas al menos su recuerdo, aunque sepas que ese recuerdo solo dolerá, y dolerá porque no es más que un pasado.

Al final, con ella, todo pasa.

sábado, 13 de febrero de 2010

Sin Palabras.

Para esta canción sobran las palabras. Creo que basta solo con escucharla. Disfrútenla.

domingo, 7 de febrero de 2010

Viviendo sin aire.

Hace ya mucho que dejamos de ver las cosas importantes de la vida, dejándolas solo como recuerdos de un tiempo mejor. Ya ni quiero recordar, y ella hace como que no le importa. Lo malo es que detrás de ese hastío se esconden unas ganas inmensas de ver hasta dónde seremos capaces de aguantarnos el uno al otro. Sinceramente, hasta eso ya no importa. No sé que es peor, si la certeza de saber que nuestro valor se volvió cero, o la duda sobre cuanto crees que vales para el otro....imagino -tontamente- que el día que lo sepamos también será el día en que nos despidamos. Porque seguro estoy que a la duda, poco le queda para ser resuelta.

Hablando de felicidad...el otro día con un amigo quedamos en que se parece tanto a la mejor de las prostitutas (para qué engañar, dijimos: putas). Pues a esa fulana -hablo de la felicidad, claro- ya podrás pagarle lo que le pagues, nunca querrá quedarse. Nos lo apuntamos, aunque como todo en esta vida seguro dentro de unos años esa tan "brillante" definición terminará reemplazada por otra, solo que espero en mi caso -en el de mi amigo no lo sé- no sea tan fácil de aprender. Significará que hubo mucho mas que entender, mas que experimentar, en definitiva, mucho mas por lo que sentirse feliz. Mirando atrás y recordando algún insulto, me pregunto ¿que es ser infeliz? y sobre todo, si para sentirte como tal ¿tienes que haber sido feliz algún momento de tu vida, o es que solo se es infeliz cuando no has sabido que se siente tener a esa fulana contigo?. Infeliz, que fácil sale eso de tus labios.

Lo de vivir sin aire me salió por el título de una canción de un grupo mexicano, ellos fueron grandes inspiradores en los años juveniles, y aunque esos años hayan pasado no se puede evitar cierta nostalgia cuando recuerdas como sufrías, bueno, vivías también, gracias a algunos sentimientos tan variados pero que al fin justificaban lo de vivir.....daba igual si era con o sin aire.

Tengo sueño. Aunque casi ya no sueñe.

martes, 1 de diciembre de 2009

Esos locos que corren

Esos locos que corren... es un texto que encontré hace poco, espero guste.

Yo los conozco. Los he visto muchas veces. Son raros. Algunos salen temprano a la mañana y se empeñan en ganarle al sol. Otros se insolan al mediodía, se cansan a la tarde o intentan que no los atropelle un camión por la noche. Están locos. En verano corren, trotan, transpiran, se deshidratan y finalmente se cansan... sólo para disfrutar del descanso. En invierno se tapan, se abrigan, se quejan, se enfrían, se resfrían y dejan que la lluvia les moje la cara. Yo los he visto. Pasan rápido por la rambla, despacio entre los árboles, serpentean caminos de tierra, trepan cuestas empedradas, trotan en la banquina de una carretera perdida, esquivan olas en la playa, cruzan puentes de madera, pisan hojas secas, suben cerros, saltan charcos, atraviesan parques, se molestan con los autos que no frenan, disparan de un perro y corren, corren y corren. Escuchan música que acompaña el ritmo de sus piernas, escuchan a los horneros y a las gaviotas, escuchan sus latidos y su propia respiración, miran hacia delante, miran sus pies, huelen el viento que pasó por los eucaliptos, la brisa que salió de los naranjos, respiran el aire que llega de los pinos y entreparan cuando pasan frente a los jazmines.

Yo los he visto. No están bien de la cabeza. Usan championes con aire y zapatillas de marca, corren descalzos o gastan calzados. Traspiran camisetas, calzan gorras y miden una y otra vez su propio tiempo. Están tratando de ganarle a alguien. Trotan con el cuerpo flojo, pasan a la del perro blanco, pican después de la columna, buscan una canilla para refrescarse... y siguen. Se inscriben en todas las carreras... pero no ganan ninguna. Empiezan a correrla en la noche anterior, sueñan que trotan y a la mañana se levantan como niños en Día de Reyes. Han preparado la ropa que descansa sobre una silla, como lo hacían en su infancia en víspera de vacaciones. El día antes de la carrera comen pastas y no toman alcohol, pero se premian con descaro y con asado apenas termina la competencia. Nunca pude calcularles la edad pero seguramente tienen entre 15 y 85 años. Son hombres y mujeres.

No están bien. Se anotan en carreras de ocho o diez kilómetros y antes de empezar saben que no podrán ganar aunque falten todos los demás. Estrenan ansiedad en cada salida y unos minutos antes de la largada necesitan ir al baño. Ajustan su cronómetro y tratan de ubicar a los cuatro o cinco a los que hay que ganarles. Son sus referencias de carrera: 'Cinco que corren parecido a mí'. Ganarle a uno solo de ellos será suficiente para dormir a la noche con una sonrisa. Disfrutan cuando pasan a otro corredor... pero lo alientan, le dicen que falta poco y le piden que no afloje. Preguntan por el puesto de hidratación y se enojan porque no aparece. Están locos, ellos saben que en sus casas tienen el agua que quieran, sin esperar que se la entregue un niño que levanta un vaso cuando pasan. Se quejan del sol que los mata o de la lluvia que no los deja ver. Están mal, ellos saben que allí cerca está la sombra de un sauce o el resguardo de un alero. No las preparan... pero tienen todas las excusas para el momento en que llegan a la meta. No las preparan...son parte de ellos.

El viento en contra, no corría una gota de aire, el calzado nuevo, el circuito mal medido, los que largan caminando adelante y no te dejan pasar, el cumpleaños que fuimos anoche, la llaga en el pie derecho de la costura de la media nueva, la rodilla que me volvió a traicionar, arranqué demasiado rápido, no dieron agua, al llegar iba a picar pero no quise. Disfrutan al largar, disfrutan al correr y cuando llegan disfrutan de levantar los brazos porque dicen que lo han conseguido. ¡Qué ganaron una vez más! No se dieron cuenta de que apenas si perdieron con un centenar o un millar de personas... pero insisten con que volvieron a ganar. Son raros. Se inventan una meta en cada carrera. Se ganan a sí mismos, a los que insisten en mirarlos desde la vereda, a los que los miran por televisión y a los que ni siquiera saben que hay locos que corren. Les tiemblan las manos cuando se pinchan la ropa al colocarse el número, simplemente por que no están bien.

Los he visto pasar. Les duelen las piernas, se acalambran, les cuesta respirar, tienen puntadas en el costado... pero siguen. A medida que avanzan en la carrera los músculos sufren más y más, la cara se les desfigura, la transpiración corre por sus caras, las puntadas empiezan a repetirse y dos kilómetros antes de la llegada comienzan a preguntarse que están haciendo allí. ¿Por qué no ser uno de los cuerdos que aplauden desde la vereda? Están locos. Yo los conozco bien. Cuando llegan se abrazan de su mujer o de su esposo que disimulan a puro amor la transpiración en su cara y en su cuerpo. Los esperan sus hijos y hasta algún nieto o algún abuelo les pega un grito solidario cuando atraviesan la meta. Llevan un cartel en la frente que apaga y prende que dice 'Llegué –Tarea Cumplida'. Apenas llegan toman agua y se mojan la cabeza, se tiran en el pasto a reponerse pero se paran enseguida porque lo saludan los que llegaron antes. Se vuelven a tirar y otra vez se paran porque van a saludar a los que llegan después que ellos. Intentan tirar una pared con las dos manos, suben su pierna desde el tobillo, abrazan a otro loco que llega más transpirado que ellos.

Los he visto muchas veces. Están mal de la cabeza. Miran con cariño y sin lástima al que llega diez minutos después, respetan al último y al penúltimo porque dicen que son respetados por el primero y por el segundo. Disfrutan de los aplausos aunque vengan cerrando la marcha ganándole solamente a la ambulancia o al tipo de la moto. Se agrupan por equipos y viajan 200 kilómetros para correr 10. Compran todas las fotos que les sacan y no advierten que son iguales a las de la carrera anterior. Cuelgan sus medallas en lugares de la casa en que la visita pueda verlas y tengan que preguntar. Están mal. -Esta es del mes pasado- dicen tratando de usar su tono más humilde. –Esta es la primera que gané- dicen omitiendo informar que esa se la entregaban a todos, incluyendo al que llegaba último y al inspector de tránsito. Dos días después de la carrera ya están tempranito saltando charcos, subiendo cordones, braceando rítmicamente, saludando ciclistas, golpeando las palmas de las manos de los colegas que se cruzan. Dicen que pocas personas por estos tiempos son capaces de estar solos -consigo mismo- una hora por día.

Dicen que los pescadores, los nadadores y algunos más. Dicen que la gente no se banca tanto silencio. Dicen que ellos lo disfrutan. Dicen que proyectan y hacen balances, que se arrepienten y se congratulan, se cuestionan, preparan sus días mientras corren y conversan sin miedos con ellos mismos. Dicen que el resto busca excusas para estar siempre acompañado. Están mal de la cabeza. Yo los he visto. Algunos solo caminan... pero un día... cuando nadie los mira, se animan y trotan un poquito. En unos meses empezarán a transformarse y quedarán tan locos como ellos. Estiran, se miran, giran, respiran, suspiran y se tiran. Pican, frenan y vuelven a picar. Me parece que quieren ganarle a la muerte. Ellos dicen que quieren ganarle a la vida. Están completamente locos.

Marciano Durán - Escritor Uruguayo

domingo, 22 de noviembre de 2009

Irse. Otra vez.

Conocer lo que siente una persona cuando deja su país es solo posible cuando experimentas por ti mismo una situación similar. Pero dejar tu país por dos veces se me ocurre duro y desconocido. Si en la primera quedan atrás sueños no cumplidos, amores inconclusos, estudios no acabados, borracheras nunca hechas, en fin, queda toda una vida; me pregunto entonces, en la segunda ¿que tenemos para dejar?. Muchos son los ecuatorianos que en estos meses han decidido regresar a la tierra madre, después de haberse sacrificado a si mismos -si cabe el sacrificio claro- para asegurarse un futuro mas digno, mas tranquilo, y sobre todo un futuro en donde la falta de oportunidades no te impida cumplir esos sueños, un futuro en el que puedas vivir. No mal-vivir.

Pero que hacer cuando las cosas no son lo que esperabas, cuando las cosas siguen oliendo a corrupción, a pereza y sobre todo a pobreza. Correa dice: “...no podemos ser pobres sentado en sacos de oro...”. Es cierto, el Ecuador sigue siendo un país pobre, pobre en ideas, donde solo vales por lo que tienes, y eso de te dá el valor de lo que eres, aunque en el fondo tú sepas que no eres nadie....que no has conseguido nada; bueno, nada excepto dinero.

Lo que están haciendo los “ya retornados” es volver a irse. Si en la primera vez que tuvieron que hacerlo ya fue duro, imagino entonces que en la segunda las cosas tendrán que ser mucho mas difíciles. ¿Es tanto el desengaño?, o ¿es que ya no seremos capaces nunca de dejar de sentirnos inmigrantes, incluso en nuestra propia patria?

Suerte a ellos.
Suerte a todos. Solo no se olviden de buscarla.

jueves, 29 de enero de 2009

De cuando es necesario escribir.

Con buenas y malas experiencias, con la intención de aguantar, y con la ilusión q renace cada vez q planeas algo diferente; intentáremos no dejar el blog tirado como ha sucedido.

Escribir, mas allá del hecho de permitirte expresar tus sensaciones u opiniones, creo y sucede en mí, me ayuda a reflexionar sobre aquellos aspectos de la vida q casi nunca nos permitimos analizar y darles la importancia q en realidad tienen. No somos capaces de prestar atención sobre aquellas situaciones en las cuales muchas veces se encuentra el ingrediente necesario para tener un poco de paz y felicidad. Aunq esos momentos sean efímeros y temporales.

Muchas cosas se han perdido y ganado, pero por encima de todo lo q creo debo mantener, son las ganas de verla sonreír como solo Alison es capaz. Sin mi princesa mi mundo no sería mi reino, sin ella yo no podría sentirme el rey. Simplemente sin ella, mi hija, no existiría.